domingo, 31 de marzo de 2013

¿Pecado o Delito?

No es raro encontrarnos con amigos y familiares que con frecuencia confunden la definición de pecado y sus diferencias con el delito
En estos días en los que muchos consideran dedicarlos a la reflexión y otros a la rumba, no está de más hacer un corto análisis de lo que moralmente consideramos indebido  pecaminoso, lujurioso, condenable, y que en la práctica legal no lo es tanto.

Mucha gente se mofa de ser un ejemplo de rectitud y de tener una moral ejemplar, pero si observamos y analizamos las críticas que normalmente hacen, podríamos concluir con facilidad que el único problema de las cosas o actos que para ellos están mal, es ser diferente. La gente teme a lo diferente, a lo nuevo, no se permiten observar un panorama diferente al que cómodamente se acostumbraron a vivir, y lo defienden como si fuera la perfección, la verdad revelada. No son capaces de romper paradigmas, porque es más fácil, juzgar y criticar, que crear; es más fácil ser parte de la mayoría aplastante que se niega al cambio, a ver las cosas desde otra perspectiva, a ser parte de la minoría criticada y apabullada, por tener esas ideas "pecaminosas".

Desde pequeños nos enseñan que si pecamos, Dios nos va a castigar y vamos a ir al infierno, pero al ir creciendo nos damos cuenta que el mensaje de Jesús era más bien de perdón y reconciliación, mejor dicho, se aprende que si pecamos y nos arrepentimos con eso tenemos para obtener el perdón divino y tener de nuevo las llaves de las puertas del cielo. Y por eso es que nos convertimos en una sociedad hipócrita, que con facilidad juzga, habla mal del prójimo a sus espaldas, roba, asesina y todo con la firme certeza de que al final cuando llegue el momento se arrepentirá de corazón y con eso pagara su deuda.

El problema es cuando la sociedad, empezando por la familia, nos enseña de forma equivocada lo que es pecaminoso y lo que no, cuando piensan que su punto de vista es único e irrebatible, y todo lo que refutemos es una ofensa para la familia y para Dios. El problema es cuando convierten conductas moralmente equivocadas en conductas legalmente castigables. Es cuando empezamos a escuchar a nuestros políticos proponer cosas como que la infidelidad sea castigada con cárcel, o que el chisme se considere un delito, es cuando se escuchan absurdos como que la homosexualidad es un pecado y como tal, esos pecadores no tienen los mismos derechos de los heterosexuales, supuestamente ejemplo de la sociedad. Y hablando de eso, hago un paréntesis aquí, para comentarles la tristeza que me da, la absoluta desilusión que siento cuando las Iglesias Cristianas y Católicas, no hacen más que promover un mensaje de homofobia y odio, escucho diariamente comentarios acerca de la homosexualidad como si fuera esta un pecado, como si fuera una enfermedad. Me da tristeza saber que existen personas que no saludan de mano a un homosexual, que lo miran como un bicho raro o un enfermo, lo comparan con un adicto a las drogas y a los alucinógenos, con un delincuente, es que si estuviera en sus manos, los convertirían en un delito, como antaño, cuando la iglesia quemaba brujas y perseguía a quien se atrevía a decir que la tierra no era plana.

Es por eso importante, que usted que me lee, reciba mi propuesta de ver el mundo desde otra perspectiva, desde otro ángulo, desde los zapatos del otro, se atreva a romper paradigmas, que no sea parte del rebaño obediente que solo sigue a las demás ovejas sin alzar la cabeza, mi invitación es a reflexionar sobre lo que es para usted como individuo el pecado y la diferencia que existe entre este y un delito. Tan solo pretendo que por un momento se dé cuenta de que los demás tienen derecho a ser diferentes a usted, que los demás sea cual sea su ideología, religión, sexo, raza y gustos también merecen respeto. Respeto que nos están recibiendo si al final terminamos marginándolos por considerar que su conducta es catalogada como pecado por nuestra iglesia, no siendo considerada como delito por nuestra ley, aun así, reciben el desprecio y el rechazo de una sociedad que quisiera verlos tras las rejas, precisamente porque no saben diferenciar estos dos conceptos: Pecado y Delito.

Entonces usted decide, es más fácil seguir juzgando desde la barrera, es mejor que untarnos de la pecaminosa conducta de los pecadores, o escoger el camino más difícil, abrir la mente, romper con nuestros paradigmas, aprender a escuchar las otras versiones, usted escoge, yo solo quise inclinar la balanza hacia uno de los lados, pero como siempre sus decisión es respetable, porque es suya, y nadie tiene porque juzgarlo. Feliz reflexión.

Jonnathan Valencia Gaspar



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